De la Regla de San Benito

«No anteponer nada al amor de Cristo» RB 4, 21

 

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«Escucha, hijo, los preceptos del Maestro e inclina el oído de tu corazón» RB Prólogo 1

«Ante todo, pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences…» RB Prólogo 4

«Levantémonos, pues, de una vez, ya que la Escritura nos exhorta y nos dice: Ya es hora de levantarnos del sueño (Rom. 13,11). Abramos los ojos a la luz divina, y oigamos con oído atento lo que diariamente nos amonesta la voz de Dios que clama diciendo: Si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones (Salmo 94,8). Y otra vez: Quien tenga oídos para oír (Mt. 11,15) escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias (Apoc. 2,7)».  RB, Prólogo, 8-11. 

«Ciñamos, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, y sigamos sus caminos guiados por el Evangelio» RB, Prólogo, 21.

Cap. IV. CUÁLES SON LOS INSTRUMENTOS DE LAS BUENAS OBRAS (se citan algunos de los que propone San Benito)

1 Ante todo, «amar al Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas», 2 y además «al prójimo como a sí mismo». 3 Y no matar. 4 No cometer adulterio. 5 No hurtar. 6 No codiciar. 7 No levantar falso testimonio, 8 Honrar a todos los hombres 9 y «no hacer a otro lo que uno no desea para sí mismo».

14 Aliviar a los pobres, 15 vestir al desnudo, 16 visitar a los enfermos, 17 dar sepultura a los muertos, 18 ayudar al atribulado, 19 consolar al afligido.

22 No consumar los impulsos de la ira 23 ni guardar resentimiento alguno. 24 No abrigar en el corazón doblez alguna, 25 no dar paz fingida, 26 no cejar en la caridad.

28 decir la verdad con el corazón y con los labios. 29 No devolver mal por mal, 30 no inferir injuria a otro e incluso sobrellevar con paciencia las que a uno mismo le hagan, 31 amar a los enemigos, 32 no maldecir a los que le maldicen, antes bien bendecirles; 33 soportar la persecución por causa de la justicia. 34 No ser orgulloso, 35 ni dado al vino, 36 ni glotón, 37 ni dormilón, 38 ni perezoso, 39 ni murmurador, 40 ni detractor.

41 Poner la esperanza en Dios.

48 Vigilar a todas horas la propia conducta, 49 estar cierto de que Dios nos está mirando en todo lugar. 50 Cuando sobrevengan al corazón los malos pensamientos, estrellarlos inmediatamente contra Cristo y descubrirlos al anciano espiritual. 51 Abstenerse de palabras malas y deshonestas, 52 no ser amigo de hablar mucho, 53 no decir necedades o cosas que exciten la risa, 54 no gustar de reír mucho o estrepitosamente.

63 Practicar con los hechos de cada día los preceptos del Señor; 64 amar la castidad, 65 no aborrecer a nadie, 66 no tener celos, 67 no obrar por envidia, 68 no ser pendenciero, 69 evitar toda altivez. 70 Venerar a los ancianos, 71 amar a los jóvenes.

72 Orar por los enemigos en el amor de Cristo, 73 hacer las paces antes de acabar el día con quien se haya tenido alguna discordia.

74 Y jamás desesperar de la misericordia de Dios.

75 Estos son los instrumentos del arte espiritual. 76 Si los manejamos incesantemente día y noche y los devolvemos en el día del juicio, recibiremos del Señor la recompensa que tiene prometida: 77 «Ni ojo alguno vio, ni oreja oyó, ni pasó a hombre por pensamiento las cosas que Dios tiene preparadas para aquellos que le aman».

78 Pero el taller donde hemos de trabajar incansablemente en todo esto es el recinto del monasterio y la estabilidad en la comunidad.

APLICABLE A QUIENES EJERCEN FUNCIONES DE LIDERAZGO (tomado del capítulo 64 de la Regla)

No sea turbulento ni ansioso, no sea exagerado ni obstinado, no sea celoso ni demasiado suspicaz, porque nunca tendrá descanso. Sea próvido y considerado en todas sus decisiones, y ya se trate de cosas de Dios o de cosas seculares discierna y modere el trabajo que encomienda, recordando la discreción del santo Jacob que decía: «Si fatigo mis rebaños haciéndolos andar demasiado, morirán todos en un día» (Génesis, 33,13). Tomando, pues, éste y otros testimonios de discreción, que es madre de virtudes, modere todo de modo que los fuertes deseen más y los débiles no rehuyan.

 

 

 

 

2 respuestas a “De la Regla de San Benito

  1. La Regla de San Benito, escrita hace muchos siglos (en el siglo VI de la era cristiana) es muy sabia y tiene mucha vigencia. Es una verdadera norma de vida, no solamente para monjes y monjas como fue escrita en su origen.

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